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¿¡A dónde vamos!?

Por dónde empiezo...

Pues por el principio, descripción de la situación: 22:00 aproximadamente, volvemos a casa de dar un paseo con la niña y nos fijamos en una situación muy habitual y que, puede que por esto mismo, hasta ahora no me había llamado la atención, pero que se repite a diario en esta y otras formas similares. (Sonámbulos andando por la calle con el móvil pegado a la oreja y "música" a todo trapo; adolescentes sentados uno al lado del otro comunicándose a través de mensaje de texto, etc.) En este caso nos encontramos con 8 niñas y niños de entre ¿4? y ¿13? años, escuchando, bailando y gritando cantando a todo volumen con un cacharro de estos a los que llaman karaoke, también a todo volumen, en medio de una jardín rodeado de pisos, tiendas y negocios de diferente tipo. Entre tanto los padres tan tranquilos en las terrazas de los bares de al lado. ¿Y qué? te preguntarás. ¿Cómo que y qué?.


Sigo sin saber por donde empezar, o continuar. Por el tipo/estilo de música. Estas niñas y niños de entre 4 y 12 años estaban escuchando, cantando y bailando (imitando a sus ídolos y bailarinas que ven en diferentes medios y formatos) canciones que, directamente, hacen apología de la violencia, del sexismo, de la posesión, de la dominación y la sumisión, de la cosificación de la mujer y del maltrato en diferentes formas. Niños creciendo y aprendiendo que son dueños de las niñas que los rodean, no sólo porque lo escuchan, y puede que además lo vean muchos lugares diferentes, sino porque también las niñas que los rodean aceptan, "bailan" y cantan esas mismas letras, a imitación de lo que ven en su móvil (este es otro tema), televisión o tablet.

Niñas creciendo bajo la creencia de que son una posesión y una herramienta para satisfacer las necesidades de los niños (mañana hombres) y, además, es divertido: ayer se lo estaban pasando genial pisoteando el jardín y molestando a los vecinos con el volumen de sus cacharro. ¿Y los padres? ¿y las madres?. Tomando una cerveza. Mientras sus hijas e hijos relacionándose desde modelos sexistas, perpetuando en el tiempo la violencia.

Hay más: niños y niñas incapaces de jugar sin algo de por medio: móvil, karaoke, tablet o lo que sea. Niñas y niños sin habilidades de comunicación básicas, sin la habilidad para entablar una relación personal sin intermediarios. Niñas y niños que no saben escuchar, ni mirar, ni expresarse fuera del mundo de su cacharro. ¿De verdad necesitaban un karaoke para cantar y divertirse? ¿de verdad?. No me lo creo. No me lo quiero creer.

Niñas y niños sin imaginación, dependientes de "algo" externo para divertirse, para relacionarse y para ser. Es terrible. Padres y madres que se libran de sus hijos e hijas poniéndolos en manos de cualquier máquina, llámese televisión, móvil o karaoke ¿sin saber las consecuencias para su desarrollo cognitivo, social y afectivo?. Porque si conocen las consecuencias y lo permiten, aún es más grave. Pero igual da, porque y o estoy tranquilo y el/ella entretenida, aunque el coste del entretenimiento sea profundamente negativo para mi hijo o hija.

Y hay más, ¿más?. Sí, más. Niñas y niños creciendo con la percepción de que no hay nada más allá de ellxs, educándose en una falta completa de civismo y respeto por los demás donde sólo importo yo, aquí y ahora. ¿Qué hay vecinos? da igual. ¿Qué molesto a los demás? da igual. ¿Qué me cargo el cesped? da igual. Todo da igual sino me afecta a mí, todo da igual si yo me lo estoy pasando bien. Después, vemos la televisión y nos preguntamos cómo es posible que sucedan episodios de violencia, agresiones sexuales, falta de civismo, faltas de respeto... la respuesta es sencilla: porque lo estamos permitiendo, perpetuando y creando a través de la educación (o no educación) que presentamos a los futuros ciudadanos.

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