Primero: no tengo nada en contra del carnaval, más bien todo lo contrario. Me gusta ver a gente feliz y divirtiéndose (aunque para ello tengan que recurrir a disfrazarse de lo que no son o fantasear con ser lo que tampoco son), me encanta el origen y su significado social e histórico, me atraen los colores, la sátira y la crítica que suele implicar esta celebración. Así que, esto no es una crítica al carnaval, ni mucho menos. Además, puestos a ocupar las calles e interrumpir la vida de la gente, mejor por diversión que por semana santa (por ejemplo). Dicho esto, me centro en lo que quería escribir. Desde siempre (que tengo recuerdos) he visto diferencias significativas entre los disfraces de unas y otros. Mi madre ya formaba parte de una peña de carnaval, e incluso hace 15 años, ya por entonces ella siempre enseñaba más carne que su compañeros hombres. Enseñaba más carne, pasaba más frío (febrero suele ser un mes fresquito, aún a pesar del cambio climático) la miraban más (por u
Confundido con tanta tribu que no sé si soy o no, si quiero o no quiero ser. Y desde esa confusión, desde esta NO identidad, escribo y escribiré lo que me venga en gana. Sin corrección formal, política o cultural. Sin filtros ni delicadeza, sin otra pretensión que escribir por escribir, que no todo es trabajar. Veamos que sucede.