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Mostrando entradas de 2018

Mentiras, nostalgias, imposibles, perversas.

Ayer se me presentó una visión en forma de explicación a esta maldita nostalgia. No es del todo saludable andar comparando el presente con el pasado, por aquello de que el pasado no es más que una recreación que mi cerebro, mente o quién sea que la haga, hace sobre lo que "realmente" pasó. En fin, si aún a malas lo que sucedió es más o menos real, ni tan mal, dado que añoras algo que tuviste (o crees que existió) y el presente se la juega con el pasado, más o menos, en igualdad de condiciones. Así que las opciones de que el presente gané existen, y pueden ser más o menos altas en función de lo más o menos fuerte que estés en ese momento. Dentro de lo malo, lo menos malo.

¿Qué (narices) pasa conmigo?

Alterno la ilusión desbordante con la apatía más profunda, la alegría con el odio y la calma con la tristeza más severa hacía todo aquello que soy. Me muevo entre la nostalgia (de nuevo la nostalgia) la ansiedad y el futuro, sin caer en la cuenta de que todo eso es mentira: lo uno por pasado y lo otro porque, a este ritmo, no llegará. Y no llegará porque yo no llegaré. Me sorprendo y asusto con frecuencia en medio de pequeños ataques de ansiedad que limitan mi capacidad de respirar y de pensar. Ando por donde no sé andar y por donde a veces fantaseo con andar: en la cuerda floja o el filo de una montaña con el abismo a ambos lados. Sin embargo no tiene nada de romántico, más bien es asqueroso. Siento, sufro, todo el pesado lastre que arrastro, percibo claramente como  frena mis, por otra parte, escasas ganas de ir a alguna parte. He renunciado a escapar de esta habitación que yo mismo he construido a base de muros de excusas y techo de cristal para que la visión del exterior m

En guerra con el tiempo (de nuevo)

Me empeño en, siempre que mi empeño se sale con la suya, pasar por experiencias que me hacen sentir (medio) vivo, con las que (creo) disfruto y que puede que me sirvan para algo. Me empeño también en hacerlo sabiendo que después aparece el más inmenso vacío y desolación por perder, de nuevo, lo que en realidad nunca he tenido. La montaña rusa perfecta existe: mi (des)equilibrio emocional haría vomitar de vértigo a casi cualquiera que subiera por primera vez Vuelvo una y otra vez al mismo sitio, como sino fuera suficiente con una vez, como si me quedaran dudas de lo que sentiré: dudas sobre la certeza ineludible e inamovible, por si acaso esta vez fuera diferente y el cielo pudiera ser tierra, o al revés. Y me siento frustrado y culpable por sentirme vacío, pero sobretodo por sentirme vacío sabiendo que pasaría. Porque ha pasado más veces, porque pasa siempre que me desnudo y abro por completo, casi siempre, delante de semidesconocidxs. Pero tengo esa necesidad de mostrarme, de