Ayer se me presentó una visión en forma de explicación a esta maldita nostalgia. No es del todo saludable andar comparando el presente con el pasado, por aquello de que el pasado no es más que una recreación que mi cerebro, mente o quién sea que la haga, hace sobre lo que "realmente" pasó. En fin, si aún a malas lo que sucedió es más o menos real, ni tan mal, dado que añoras algo que tuviste (o crees que existió) y el presente se la juega con el pasado, más o menos, en igualdad de condiciones. Así que las opciones de que el presente gané existen, y pueden ser más o menos altas en función de lo más o menos fuerte que estés en ese momento. Dentro de lo malo, lo menos malo.
Hay, sin embargo, una versión de nostalgia tremendamente más retorcida y miserable que la nostalgia original, con la que es imposible competir, dado que siempre sale victoriosa (previa aplicación de alguna que otra trampa): la nostalgia de lo que no existió, no fue, no pasó, no ocurrió nunca jamás, ni siquiera en tu imaginación. Nostalgia de lo que no ha sido nunca jamás, y además, sabes que no ha sido. No es que mi cerebro adorne o recree lo que sucedió. No. directamente se lo inventa.
Claro, comparar la realidad con una invención, una completa fantasía, por muy positiva que sea está realidad, nos dará como resultado que lo inventado, lo fantaseado, es más deseable que lo real (recuerda que soy yo el que lo inventa). Es terriblemente perverso. No hay manera de desmontarlo. ¿Cómo le digo a mi nostalgia que aquello que no fue, no podría, tampoco, haber sido? ¿cómo le explico que eso que ha creado no sólo no ha pasado sino que, además, no podría haber pasado? y por eso mismo no paso. No hay manera. No hay ninguna prueba para llegar a esa conclusión. Es una trampa perfecta, aunque con truco: tampoco hay manera de tener certezas acerca de que lo que no fue hubiera podido ser. No hay, tampoco, manera de comprobar si lo que fue hubiera podido ser de otra forma. Y entre esas dos maneras de mirar a la mentira que me he creado, mi nostalgia se hace fuerte y me arrastra a un pasado que no fue, me empuja a un presente que es un error a base de tomar decisiones que, presuntamente, me acercan a un pasado que no existió, que, insisto, es mentira.
Y, todo esto, ¿por qué? Pues básicamente porque puedo: tengo un pasado, seguramente tengo un pasado que podría haber sido más positivo o vivido más intensamente. Puede que tenga un pasado que no me deja satisfecho. En todo caso tengo un pasado y miles de pasados que no fueron y puedo construir. Sin embargo, y llegados a este punto, la pregunta es para qué, sabiendo lo que ocurre, sabiendo que es mentira, me engaño a conciencia, me permito ir a buscar la mentira que no fue ni será. Qué hay de bueno en medio de esta perversión de mi realidad, mi presente y mi vida. Qué hay que me retiene y no me permite ir hacia mi futuro. O quizá sea eso, el miedo a ir hacia mi futuro lo que me retiene atado a un pasado, aunque este sea un completa falsedad, una perversión del tiempo en aras de hacer que ese mismo tiempo no pase, se quede anclado en medio de la fantasía que, por otra parte, tanto daño me hace. ¿Para qué?
Aún existen más posibilidades. Nostalgia de lo que no fue, no sucedió de ninguna de las maneras y, además, tampoco has imaginado. Sólo sientes nostalgia de lo que no ha sido sin necesidad siquiera de pararte a imaginar/pensar lo que si que te hubiera gustado que fuera o sea. Es horrible. Ahora, simplemente, reniegas de lo que fue y de lo que es, estás tan insatisfecho que no es necesario ni tan siquiera el crear algo con lo que comparar. Da igual, no necesito crearlo porque cualquier opción hubiera sido mejor. Y es mentira: porque no es tan malo. Porque en realidad está genial. Porque cualquier pasado que no ocurrió no tiene porque ser mejor que el que si sucedió. Y porque en todo caso no hay posibilidad de volver a donde nunca has estado, pero tampoco a donde sí estuviste.
Hay, sin embargo, una versión de nostalgia tremendamente más retorcida y miserable que la nostalgia original, con la que es imposible competir, dado que siempre sale victoriosa (previa aplicación de alguna que otra trampa): la nostalgia de lo que no existió, no fue, no pasó, no ocurrió nunca jamás, ni siquiera en tu imaginación. Nostalgia de lo que no ha sido nunca jamás, y además, sabes que no ha sido. No es que mi cerebro adorne o recree lo que sucedió. No. directamente se lo inventa.
Claro, comparar la realidad con una invención, una completa fantasía, por muy positiva que sea está realidad, nos dará como resultado que lo inventado, lo fantaseado, es más deseable que lo real (recuerda que soy yo el que lo inventa). Es terriblemente perverso. No hay manera de desmontarlo. ¿Cómo le digo a mi nostalgia que aquello que no fue, no podría, tampoco, haber sido? ¿cómo le explico que eso que ha creado no sólo no ha pasado sino que, además, no podría haber pasado? y por eso mismo no paso. No hay manera. No hay ninguna prueba para llegar a esa conclusión. Es una trampa perfecta, aunque con truco: tampoco hay manera de tener certezas acerca de que lo que no fue hubiera podido ser. No hay, tampoco, manera de comprobar si lo que fue hubiera podido ser de otra forma. Y entre esas dos maneras de mirar a la mentira que me he creado, mi nostalgia se hace fuerte y me arrastra a un pasado que no fue, me empuja a un presente que es un error a base de tomar decisiones que, presuntamente, me acercan a un pasado que no existió, que, insisto, es mentira.
Y, todo esto, ¿por qué? Pues básicamente porque puedo: tengo un pasado, seguramente tengo un pasado que podría haber sido más positivo o vivido más intensamente. Puede que tenga un pasado que no me deja satisfecho. En todo caso tengo un pasado y miles de pasados que no fueron y puedo construir. Sin embargo, y llegados a este punto, la pregunta es para qué, sabiendo lo que ocurre, sabiendo que es mentira, me engaño a conciencia, me permito ir a buscar la mentira que no fue ni será. Qué hay de bueno en medio de esta perversión de mi realidad, mi presente y mi vida. Qué hay que me retiene y no me permite ir hacia mi futuro. O quizá sea eso, el miedo a ir hacia mi futuro lo que me retiene atado a un pasado, aunque este sea un completa falsedad, una perversión del tiempo en aras de hacer que ese mismo tiempo no pase, se quede anclado en medio de la fantasía que, por otra parte, tanto daño me hace. ¿Para qué?
Aún existen más posibilidades. Nostalgia de lo que no fue, no sucedió de ninguna de las maneras y, además, tampoco has imaginado. Sólo sientes nostalgia de lo que no ha sido sin necesidad siquiera de pararte a imaginar/pensar lo que si que te hubiera gustado que fuera o sea. Es horrible. Ahora, simplemente, reniegas de lo que fue y de lo que es, estás tan insatisfecho que no es necesario ni tan siquiera el crear algo con lo que comparar. Da igual, no necesito crearlo porque cualquier opción hubiera sido mejor. Y es mentira: porque no es tan malo. Porque en realidad está genial. Porque cualquier pasado que no ocurrió no tiene porque ser mejor que el que si sucedió. Y porque en todo caso no hay posibilidad de volver a donde nunca has estado, pero tampoco a donde sí estuviste.
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