Ir al contenido principal

Sexismo, carnaval y menores de edad.


Primero: no tengo nada en contra del carnaval, más bien todo lo contrario. Me gusta ver a gente feliz y divirtiéndose (aunque para ello tengan que recurrir a disfrazarse de lo que no son o fantasear con ser lo que tampoco son), me encanta el origen y su significado social e histórico, me atraen los colores, la sátira y la crítica que suele implicar esta celebración. Así que, esto no es una crítica al carnaval, ni mucho menos. Además, puestos a ocupar las calles e interrumpir la vida de la gente, mejor por diversión que por semana santa (por ejemplo).

Dicho esto, me centro en lo que quería escribir. Desde siempre (que tengo recuerdos) he visto diferencias significativas entre los disfraces de unas y otros. Mi madre ya formaba parte de una peña de carnaval, e incluso hace 15 años, ya por entonces ella siempre enseñaba más carne que su compañeros hombres. Enseñaba más carne, pasaba más frío (febrero suele ser un mes fresquito, aún a pesar del cambio climático) la miraban más (por un motivo u otro), aguantaba más tonterías (también en un sentido u otro) y, de alguna manera, era usada como reclamo para que el jurado, la gente que por allí miraba, se fijara en esa peña. Ellos eran otra cosa. Más tapaditos, más ocupados en que los "cacharros" que llevaban funcionaran, y en cortar jamón y beber cerveza. Ellas bailaban y ellos bebían. ¿Todo bien, no?. 

Esto hace más de 15 años, supongo que ahora algo irá cambiando. Ahora ellos también muestran sus carnes y bailotean. Por aquel entonces me hacía hasta gracia: pobre de ellas con el frío que hace, hay que ser X (pon el adjetivo que quieras) para ir así con este frío, etc,etc,etc. Sin embargo, hace más de 15 años, y hoy, en lo más alto de la carroza principal, y de las no principales, SIEMPRE, ponen a una mujer, más bien joven, enseñando más de lo normal (qué el resto de sus compañeras y, por supuesto, compañeros) pero que parece ir contenta. Debe ser algo así como un honor. Antes no lo entendía:: me parecía peligroso ir allí arriba bailando y además, ¡cuánto más alto, más viento, más frío!. Estos eran los pensamientos de aquel, adolescente y/o postadolescente. Ahora tampoco lo entiendo, aunque las razones sean otras.

Hoy han cambiado algunos detalles, pero básicamente sigue todo igual en relación a esto. 

El objeto de este texto no es, sin embargo, poner en tela de juicio los motivos por los que una mujer decide vestirse así y asume ser parte importante del reclamo para su peña/comparsa/charanga. Y podríamos escarbar en estos motivos y formular hipótesis acerca de los motivos: 

1.- lo ha decidido "libremente" (sin tener en cuenta las condiciones ideológicas o de género que puedan estar influyendo).
2.- Lo ha elegido libremente. Quiere divertirse y le da un poco igual todo lo demás, incluido la ropa que alguien ha decidido por ella, el tipo de baile y otras variables.
3.- Asume que si quiere seguir en la comparsa y ser PARTE de ese grupo tiene que aceptar/tragarse algunos "sapos"
4.- otras posibles hipótesis.

Por otro lado, no es la vestimenta el único asunto a discutir: actitudes, maquillajes, bailes, ocupación del espacio (en este contexto sí en los lugares más visibles).

Sin embargo, el motivo de esta entrada, como decía, no es ese. Hace años no sé si sucedía y yo no me fijaba o todavía no sucedía. Me refiero al papel que desempeñan las menores. Pero no las menores de edad (que también) sino las menores de 8, 9 ó 10 años (ó 12, 13 ó 14 años, igual me da). Estas NIÑAS son VESTIDAS por sus padres, madres y compañerxs de comparsa como ADULTAS que no son, pintadas como adultas que tampoco son. Parece que las están entrenando para el papel que les tocará desempeñar en la comparsa (y en la vida) dentro de unos años.

Hay algo que me resulta aún más peligroso y/o agresivo para con la mujer en general y esas niñas en concreto. La sexualización a la que son expuestas a través de la ropa, pero también de los bailes, de nuevo de adultas, que les obligan/permiten llevar a cabo. Intentan bailar, como buenamente pueden, imitando a sus compañeras mayores y sus estrellas de referencia. Me parece muchos adjetivos que no reproduciré aquí (para no herir sensibilidades). Sí que me pregunto acerca de qué persigue la persona que ha pensado que lo mejor para una niña de 8 años es vestir como una adulta, pintarse como una adulta y bailar como una adulta, teniendo en cuenta como tienen que bailar las adultas en este contexto de (sobre)exposición. ¿En que estaba pensando? ¿le parece gracioso/divertido? ¿le parece normal?. Luego podemos seguir sobre porque las parejas son siempre de niña-niño y otros menesteres, pero por hoy ya vale.

Supongo que esto no es más que otro contexto de reproducción cultural, como lo puede ser la escuela, tu familia o la calle dónde vives y simplemente sucede que aquí me resultó muy visible aún sin ser mujer, y desde una perspectiva pseudo modernhips, que no es la más técnica (ni siquiera algo técnica), ni objetiva, ni nada de nada. 








Comentarios

Entradas populares de este blog

Fuego y cenizas

Me devoro desde dentro y hacia dentro: destruyo cualquier indicio de felicidad antes de, efectivamente, estar feliz. Llevo dos semanas anclado en la ansiedad y la desesperación ante un futuro que, siempre, llega, porque ese es el trabajo del futuro. Llegar. Hasta que un día no llegue y no sé si eso será mejor o peor. Antes la simple idea del suicidio me asustaba, y solo por eso, durante un tiempo al menos era capaz de sentir algo que no sea mierda y generar algo que no sea basura. Ahora no. Fantaseo con desaparecer, las consecuencias, como se sentirían y afectaría esa decisión a la gente que quiero y me quiere y, especialmente, lo que podría suponer para mi hija que el estupido de su padre no solo sea un padre deplorable sino que, además, se suicide y la deje para toda la vida como la hija del miserable que se suicido cuando apenas era una niña. Aunque no sé cómo le hago más daño, cómo destrozo más su niñez, si con el suicidio o con mi presencia.  Porque sé que lo ideal sería que no hu

Condenado a estar en guerra

A veces, por unos segundos, tomo la decisión de dejarme llevar, de dejar esta guerra de lado y rendirme a la realidad. Dar por concluida una lucha que, bien mirado, no me lleva a ningún lado más que la desesperación, el agotamiento y la melancolía agónica del que sabe que nunca será lo que no fue ni es. Simplemente porque no puede ser. Pero entonces, las tripas me duelen, como si alguien las estrangulara. Parece que me fuera a marear del asco que siento ante tal posibilidad y, de repente, me encuentro de nuevo en guerra con todo o casi todo lo que me rodea, dispuesto a pegarme con el tiempo que una y otra vez me pone en mi sitio. Me vence, pero también me agota. Y agotado, normalmente, puedo descansar. Y de momento prefiero esta guerra, estar en guerra, aun siendo una condena, que dejarme llevar y ni tan siquiera poder elegir estar donde no quiero estar. Me percibo, entonces, condenado a estar aquí sentado mirando pasar las decisiones no tomadas. Pienso que es mi excusa perfecta, porqu

Desesperación

  Mi vida no se parece en nada a ninguna de las vidas que, siendo adolescente, imaginaba poder vivir antes de morir. No se parece en nada y cada día que pasa se aleja aún más de cualquiera de aquellas fantasías adolescentes. Visto desde fuera pudiera parecer una vida, más o menos, decente, cómoda, estable y hasta exitosa, cuando no es más que un conjunto de decisiones equivocadas. Equivocadas no porque no hayan salido bien, sino por todo lo contrario: han salido bien y no eran lo que yo quería. ¿Sino eran lo que querías, por qué las has tomado? Esa es la pregunta del millón de lágrimas: miedo. Podría buscar, y encontrar, decenas de motivos, excusas, razones y justificaciones. Miedo, es la única respuesta a todas y cada una de mis decisiones. Es jodido, una putada, saber que eres el único responsable de la vida de mierda que tienes. Si al menos hubiera algo o alguien a quien culpar, todo sería más fácil. Lo sé porque me pasé media vida culpando a los demás de mis miserias y, al menos,